viernes, 11 de enero de 2013


Descubierto en la oscuridad enorme
sin demorar la ausencia simbólica,
entre esa frontera justo después de el próximo beso.
Resplandece esa ausencia de miedo sentenciado
sin querer encadenados al mismo momento,
nadie se queja de esa oscuridad
gritando en silencio una balada.
Preguntándose al final de esa demora,
en el beso preciso,
cuando cierras las ventanas sin miedo,
descubierto por ese abrazo de tu propia oscuridad voluntaria;
si, justo cuando te abrazan su beso, su aroma, su piel, y el enigma
de ese beso silencioso.

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